Una
investigación que describe el modelo de mujer de la cultura celta realizada por
nuestra colaboradora Viviana O'Connell, escritora y directora de la publicación
The Shamrock y presidente de la subcomisión de cultura de la colectividad
irlandesa de la ciudad de Rosario.
Por
Viviana E. O´Connell.
La mujer celta no existe. Esa es la primera conclusión a la
que llegué después de buscar infructuosamente en varias bibliotecas material
sobre ella (1). Con no poca frustración podía extraer un par de líneas después
de leer varios volúmenes. Este silencio histórico no es casual, puede deberse
en parte al género y en parte por tratarse de un pueblo vencido primero por los
romanos y luego su último bastión -Irlanda- conquistado en forma pacífica por
la fe Católica.
El modelo de la mujer celta enfrentaba al modelo
grecorromano primero y al judeocristiano después. Nadie mejor que los romanos
para decirnos lo que provocaba en ellos la mujer celta.
Tácito en su relato de la toma de Mon la menciona como
"desgreñadas mujeres de negro ropaje, cual furias blandiendo
antorchas".
Amiano Marcelino (330-395 d.c.) la describe, rápida en pasar
de la discusión a la violencia física dice: "El cuello hinchado, los
dientes rechinantes y blandiendo los enormes brazos cetrinos...,daba puñetazos
a la par que patadas, como si fueran los proyectiles de una catapulta". En
otras líneas hace referencia a su valor. "Una patrulla entera de
extranjeros -dice- no podría resistir el ataque de un sólo galo, si este se
hiciera acompañar y ayudar por su esposa. Estas mujeres son, generalmente,
fortísimas, tienen los ojos azules, y cuando se encolerizan hacen rechinar los
dientes, y moviendo los fuertes y blancos brazos comienzan a propinar
formidables puñetazos, acompañados de terribles patadas".
Julio Cesar se refiere a ellas diciendo: "Una hembra
celta iracunda es una fuerza peligrosa a la que hay que temer, ya que no es
raro que luchen a la par de sus hombres, y a veces mejor que ellos"
Plutarco, en su tratado de virtudes femeninas, cuenta varias
anécdotas sobre mujeres celtas. Una mujer celta de nombre Kinimara al
informarle a su marido que había sido atropellada y violada por un extraño, le
presentó al mismo tiempo la cabeza del ofensor.
Respecto a la permisividad sexual de la que habla Julio
Cesar en "La guerra de las Galias" en la que menciona la costumbre
británica de compartir una mujer entre varios hombres, Dión Casio (150-225 d.
de C.) documenta una entrevista entre Julia Domna, esposa del emperador Severo
(193-221 d. de C.) y una mujer caledonia. La patricia habla sobre la libertad
con que las mujeres de su pueblo conceden lo que los celtas llamaban "la
amistad de los muslos". A lo que la caledonia responde que los modos de su
pueblo son superiores a los de los romanos puesto que en su pueblo todo se
hacía de una manera directa y abierta. Ellas, las mujeres de su pueblo podían
juntarse descaradamente con el más magnífico de los hombres mientras que las
romanas, con el secreto que sus falsos valores que la respetabilidad imponía,
tan sólo podían encontrar amantes entre aquellos a quienes no arredraba
complacerse en alianzas furtivas.
La mujer en la vieja Irlanda- único lugar del mundo celta
que nunca fue visitado por las legiones romanas, mantiene su independencia
hasta el siglo XII, y a los fines prácticos unos tres siglos más- estaba casi
en un plano de igualdad con el hombre. En particular las mujeres importantes
que no sólo imponían esta igualdad, sino también en algunos casos su superioridad.
La mujer permaneció emancipada y fue a menudo elegida por su profesión, rango y
fama.
Las antiguas leyendas hablan de mujeres sabias, médicas,
legisladoras, druidesas, poetisas, lo cual implica que en aquel tiempo no había
nada inusual en que las mujeres ocuparan estas posiciones dentro de la
sociedad. "The Brehon Laws" decían que el hombre tenía la jefatura en
el matrimonio; pero no es el dueño de su mujer puesto que el matrimonio sólo es
un contrato entre ellos. El Crith Gablach sentó un edicto discutiendo acerca de
los privilegios de un hombre de clase noble "A su mujer pertenece el
derecho de ser consultada sobre cada asunto" (2).
Tampoco eran excluidas del privilegio de la educación,
existen numerosos registros de esto. San Mugint funda una escuela en Escocia en
el siglo VII en la que estudiaban tanto muchachas como jóvenes. A la escuela de
San Finian en Clonard, en el siglo VI asistían mujeres. En el año 932, los
Anales de los Cuatro Maestros registran la muerte de Uallach, la hija de Muinnechan,
"la más grande poetisa de Irlanda" (3).
También hubo gobernantas y esposas de gobernantes que
hicieron sentir su peso en la historia, como también guerreras.
Antes del matrimonio la mujer era cortejada y conquistada
como un ser superior, y en el ejercicio de sus privilegios podía desdeñar,
mirar con enojo atenciones hasta de reyes y príncipes, eligiendo a quien
quisiera. Luego del matrimonio ella no era propiedad de su marido, eran
compañeros en una aventura matrimonial. La esposa permanecía como dueña
exclusiva de sus propiedades, tampoco las propiedades habidas juntamente o
poseídas por ambos podían ser vendidas o cedidas por el marido, sus derechos
sobre los bienes comunes eran iguales y para disponer de ellos era necesario el
voluntario consentimiento de ambos. La mujer casada podía proseguir con un caso
legal, podía ser titular de derechos y demandar a sus deudores. Cuando se
reclamaba sobre las cosas de un deudor, ella embargaba las cosas apropiadas
para mujeres, artículos tales como husos, espejos, etc...
En la herencia de la tierra el varón era preferido, sin
embargo la mujer tenía COIBCHE, porción matrimonial, más allá de su estado. La
hija heredaba si no había hijos, pero en virtud de su posesión tenía que
aprovisionar y pagar un guerrero cuando se pagaban tributos militares (4).
El COIBCHE, tinnscra o tochra de una mujer aunque usado a
veces como dote, fue más propiamente el precio que el novio pagaba al padre de
la novia o a la novia. Las viejas leyes decían que se pagaba en plazos anuales.
Iba para el padre de la novia el total del primer año, dos tercios el segundo
año, la mitad del tercer año y sí decrecientemente; para la esposa iba el
resto. Había otro pago llamado TINOL, un regalo colectivo dado por los amigos a
la pareja, del mismo el hombre tenía derecho a dos tercios, y la mujer a uno.
En los casos de separación legal, se decretaba el derecho de la mujer de
quedarse con toda su porción del matrimonio y los regalos de boda, más otra
cantidad por daños.
Se sabe que la mujer podía ser extremadamente rica, en una
cámara funeraria hallada en 1953 en Vix, cerca de Chantillon-sur-Seine en
Borgoña, que contenía el cuerpo de una princesa secuana se hallaron objetos
procedentes de lugares desde el Báltico hasta el Mediterráneo, brazaletes, collares
de perlas, etc...
La riqueza iba unida a la autoridad, y si sucedía que la
esposa era la más rica se la aceptaba como cabeza de familia y dominante. Tal
es el caso de Cartimandua, reina de los brigantes, que demuestra esto por el
trato que le diera a su marido, el guerrero Venutius, a quien rechazó para
otorgar sus favores a uno de sus caballeros, Vellocatus.
También podían ostentar mando militar, un ejemplo de esto es
el caso de Boadicea, o Boudicca -"Victoria"-, reina y capitana de los
ícenos británicos. Ella fue quien rompió las filas de la IX legión romana con
su cuádriga de ejes cortantes. Se sabe que este no es un caso aislado debido a
la cantidad de armas y armaduras encontrados en los enterramientos de mujeres.
Existieron mujeres guerreras en el mundo celta hasta que se dictaron leyes que
lo prohibían en el año 697 por la influencia de San Adamnan, y posiblemente
esta práctica haya continuado por dos siglos más luego de la sanción de las
leyes.
Además de guerreras, podían ser instructoras de armas. El
héroe del Ulster, Cuchulain, fue entrenado por la amazona Scáthach que vivía en
la Tierra de Sombras y enseñaba a los héroes jóvenes que iban a verla grandes
proezas. Dice la leyenda que cuando llego encontró a muchos hijos de los
príncipes de Irlanda que habían ido allí a aprender el arte de la guerra.
Otro caso que nos brinda la mitología es el de la reina Medb
-Medbh, o Maeve- Reina de Connaught, que tiene por esposo al rey Aillil, pero
es ella quien detenta la soberanía (que por otra parte siempre es femenina, los
nombres de Irlanda: Fotla, Banba, Eriu corresponden a tres diosas que son una,
con las que deben casarse los tres reyes de los Tuatha dé Danann, raza mítica
de Irlanda, para poder reinar). El número de sus amantes es incalculable puesto
que ella prodiga "la amistad de los muslos" a todos los guerreros que
desea obtener para su servicio. Su imagen es la de la prostituta divina que
dispone de la soberanía a su antojo.
Se desprende de toda la saga mitológica un profundo recelo
hacia la mujer, el temor está presente en muchas de las leyendas. En el caso de
los relatos de viaje irlandeses en los que los hombres son tentados por
maravillosas mujeres a viajar al país de los vivos, y tan grande es el poder de
estas mujeres que la magia del druida no puede hacer nada contra esta atracción
(ver relato de la aventura de Connle el Rojo). Cuando la "Dama del
Lago" el hada Viviane sonsaca a Merlín sus conocimientos mágicos, él es
incapaz de salvarse.
Las mujeres tenían el poder del geis sobre los hombres, el
geis es una proscripción mágica impuesta generalmente a un héroe o un rey. La
mujer puede imponer el geis, y está obligada a ello si entran en juego sus
deseos sexuales. En una oportunidad Uathach, hija de Scáthach, va a la cama de
Cuchulain y él la echa, ella responde imponiéndole un geis para que le permita
quedarse. También es muy frecuente que sea la mujer quien obligue al hombre a
quebrantar el geis.
En cuanto a las druidesas, muchos autores niegan su
existencia debido a no haber sido mencionadas por algunos historiadores de la
época como Julio Cesar, si bien hay que tener en cuenta que Julio Cesar nunca
llegó a las islas, de donde parecen provenir los relatos acerca de sacerdotisas
mujeres. En cambio Pomponius Mela hace un relato acerca de ellas de cuando
acompañó a Adriano a las islas británicas "...había en la alta Caledonia
mujeres sacerdotisas llamadas Bandruidh que, al igual que los druidas varones
están divididas en tres categorías..." y sigue con un detallado relato
acerca del lugar que ocupaban socialmente y las funciones que ejercían. Strabo
de Pontus relata un sacrificio múltiple ejecutado por druidesas en el norte de
Irlanda.
Es interesante tener en cuenta respecto a esto a las conhospitiae,
mujeres administradoras de la comunión. Este hecho, diferencia particularmente
a la iglesia celta que imprimió su propio sello como en todos los ordenes. En
el sínodo celebrado en Whitby se decidió que prevalecería la usanza católica
romana a la céltica y se modificó la fecha de la Semana Santa. Sin embargo la
Iglesia escocesa mantiene su independencia hasta el siglo XI. El empleo de las
conhospitiae, condenado por los católicos, continuó luego del sínodo, hecho que
fue demostrado por las denuncias que hicieron los obispos de la provincia de
Tours en el siglo VI en cartas escritas al clero bretón (5). Difícilmente se
hubiera incurrido en esta práctica de no mediar un antecedente. En "la
vieja vida de Brígida" se menciona que Santa Brígida fue consagrada como
obispo "por equivocación". Dato que desaparece en las biografías
posteriores.
Fue una característica propia de los celtas la de imprimir
su sello, tenían la capacidad de convertir en algo individual y propio cada
modelo recibido de las distintas culturas con las que entraron en contacto.
Es evidente que el tema es apto para una investigación más
profunda, sólo se trató a través de este trabajo dar una visión general de
aquellas mujeres tan diferentes de las mujeres del modelo grecorromano y que aunque
poco reconocida también dejaron su herencia.
Bibliografía
"Scatagh, la Diosa Guerrera", ilustración de
Arthur Rackam para el libro de James Stephens "Cuentos de Hadas
Irlandesas" (obtenido del libro Los Celtas de Roberto Rosaspini Reynolds.
Fontodrona, Mariano. "Los celtas y sus mitos"
Barcelona, edit. Bruguera- 1978
Green, Miranda Jane. "Mitos Celtas"
Madrid, edic. Akal S.A. 1995
Jubainville, H. D'Arbois de. "El ciclo mitológico
Irlandés y la mitología céltica"
España, Edicomunicación S.A. 1986
Mac Manus, Seumas. "The
Story of the Irish Race"
New York, The Irish
Publishing C.O. 1921
Markale, Jean. "Pequeño diccionario de Mitología
céltica"
Barcelona, edit. Entente 1993
Marx, Jean "Las literaturas célticas"
Argentina, EUDEBA 1964
Rasaspini Reynolds, Roberto. "Los Celtas" magia,
mitos, tradición.
Argentina, edic. Continente 1998
Rolleston, T. W. "Los Celtas" Mitos y leyendas.
España, M. E. editores S.L. 1995
Rutherford, Ward "El misterio de los druidas"
Barcelona, edit. Martínez Roca S.A. 1994
Thomas Cahill "De cómo los irlandeses salvaron la
civilización"
Bogotá, editorial Norma S.A. , 1998
1 Nota de la Autora, referido específicamente a las
bibliotecas de mi país, Argentina.
2 Seumas mac Manus.
"The Story of the Irish Race" New York, The Irish publishing C.O.
1921
3 Seumas Mac Manus.
"The Story of the Irish Race" New York, The Irish publishing C.O.
1921
4 Seumas Mac manus.
"The Story of the Irish Race" New York, The Irish publishing C.O.
1921
5 Ward Rutherford. "El misterio de los druidas"
Ediciones Martínez Roca S.A. 1994
Por
Viviana E. O´Connell.