Janusz Korczak (cuyo verdadero nombre
era Henrik Goldszmit) es una de las personalidades más destacadas e interesantes
de la pedagogía comtemporánea. Su vasta cultura y la diversidad de sus
intereses lo llevaron a desempeñar diferentes funciones en las que puso de manifiesto
su amor por los niños y su sentimiento de responsabilidad ante los problemas sociales.
Médico por su formación y educador por vocación, su apasionado deseo de modificar
la realidad lo convirtió en escritor y periodista.
Su vida, sus actividades sociales, su obra de educador y de
creador escapan a todo molde convencional e, incluso, a toda presentación
exhaustiva. Korczak es una de esas
personalidades que dejan una impronta en su entorno,
modifican la práctica social, destruyenlos dogmas petrificados de las ciencias
y sientan las bases de nuevas teorías. Sus actividades prácticas tuvieron
también una repercusión trascendental en las esferas de la medicina, la educación
y el periodismo.
Combatiendo todas las manifestaciones del mal, denunciando
la estupidez, mostró con su ejemplo la manera de mejorar y embellecer el mundo.
Luchó especialmente por un mundo mejor y más hermoso para los niños. El
objetivo primordial de su vida fue lograr la felicidad de los niños y asegurar
su desarrollo pleno y sin trabas. Toda su vida adulta estuvo dedicada, de hecho,
a lograr la felicidad de un número creciente de niños…
El programa pedagógico de Korczak se basa en la idea de que
es necesario comprender a los niños y compenetrarse con su espítiru y
psicología, aunque lo primero ha de ser repetarlos y amarlos, tratándolos como
compañeros y amigos. Para decirlo con sus propios términos: “No es correcto
decir que los niños llegarán a ser personas: son ya personas .... Son personas cuyas
almas contienen la semilla de todas las ideas y emociones que poseemos. Hay que
orientar con delicadeza el crecimiento de esas semillas”.
La idea de que los niños no difieren mucho de los adultos
inspira gran parte de la actividad de Korczak. Para él, el niño debe ser
tratado como un ser respetable, pensante y sensible al igual que los adultos.
Afirmó que las principales diferencias entre los niños y los adultos se sitúan
en la esfera emocial, por lo que correspondía estudiarla y adquirir la
capacidad de participar en las experiencias infantiles.
El estudio de sus actividades y de sus escritos permite
encontrar muchas otras ideas
esenciales de su programa pedagógico y que hoy conservan
todavía toda su vigencia.
Aparte de las ideas ya mencionadas sobre la condición social
del niño, cabe mencionar sus reflexiones sobre la necesidad de introducir
nuevos métodos de enseñanza en la escuela.
Criticó la enseñanza tradicional, el divorcio entre los
programas escolares y la vida, así como el formalismo excesivo de la relación
entre maestros y alumnos. Abogó por que se crearan escuelas en las que los
niños se sintieran a gusto, recibieran una enseñanza interesante y útil y donde
se desarrollaran relaciones armoniosas entre maestros y niños. Subrayó la
necesidad de crear un sistema global de educación mediante la cooperación de la
escuela, la familia y las diversas instituciones sociales…
A su juicio, dar a los niños el máximo de libertad dentro de
un orden necesario significaba “aportar por lo menos un rayo de luz a sus vidas
tristes y oscuras”.(1)
Su “final”…
A inicios de la Segunda Guerra Mundial en 1939, Korczak se
ofreció una vez más como voluntario del ejército polaco, pero no fue aceptado
debido a su avanzada edad. Presenció la toma de Varsovia por
las fuerzas armadas alemanas, y fue obligado a trasladar el orfanatorió al
Guetto de Varsovia creado por los nazis en 1940. Korczak se
mudó con los niños.
El 5 de agosto (o 6 de agosto según otra fuentes) los
soldados alemanes llegaron al Guetto para recoger a 192 huérfanos (algunas
fuentes mencionan que fueron 196) y a una docena de empleados del orfelinato
para llevarlos al campo de exterminio en Treblinka. A Korczak le fue ofrecido
un puesto en el parte polaca de Varsovia pero lo rehusó repetidas veces pues
decía que no podía abandonar a sus niños y que sólo aceptaría la oferta si se
le permitía llevar consigo a sus niños. De este modo, el día señalado los niños
vestidos con sus mejores ropas y cargando su juguete o libro favorito caminaban
en procesión junto a Korczak hacia a punto de embarque, rumbo a los campos de
la muerte . Joshua Perle, un testigo del hecho describió el evento:
"... había ocurrido un milagro,
doscientos niños que no lloraban, doscientas almas puras condenadas a la muerte
y no derramaban una lágrima. Ninguno trató de huir, ninguno trató de escapar.
Tragando su dolor se aferraban a su maestro y mentor, a su padre y hermano,
Janusz Korczak, que los protegería. Janusz Korczak marchaba con la frente en
alto, sosteniendo la mano de uno de sus niños, no llevaba sombrero, tenía una
correa de cuero alrededor de su cintura y calzaba botas altas. Los doscientos
niños meticulosa y prolijamente vestidos seguían a las enfermeras hacia la
muerte (...). Por todos lados, los niños estaba rodeados de alemanes y
ucranianos, y en ese momento también por la policía judía que les lanzaban
golpes con las macanas o garrotes y les disparaban con armas de fuego. Las
misma piedras de la calle lloraban en silencio al ver la procesión."
Según una
leyenda popular, cuando el grupo de niños finalmente llegó al punto de
embarque, un oficial de la SS reconoció
a Korczak como el autor de uno de los libros favoritos de sus hijos y le
ofreció ayuda para escaparse, sin embargo nuevamente rechazó la oferta y abordó
el tren con sus niños, tras lo cual nunca más se supo de él…”(2)
(1)
El texto que sigue se
publicó originalmente en Perspectivas: revista trimestral de educación comparada
(París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIV, nos 1-2, 1994, págs. 37-48.
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