jueves, 19 de enero de 2012

LOS OTROS- JANUSZ KORCZAK


Janusz Korczak (cuyo verdadero nombre era Henrik Goldszmit) es una de las personalidades más destacadas e interesantes de la pedagogía comtemporánea. Su vasta cultura y la diversidad de sus intereses lo llevaron a desempeñar diferentes funciones en las que puso de manifiesto su amor por los niños y su sentimiento de responsabilidad ante los problemas sociales. Médico por su formación y educador por vocación, su apasionado deseo de modificar la realidad lo convirtió en escritor y periodista.
Su vida, sus actividades sociales, su obra de educador y de creador escapan a todo molde convencional e, incluso, a toda presentación exhaustiva. Korczak es una de esas
personalidades que dejan una impronta en su entorno, modifican la práctica social, destruyenlos dogmas petrificados de las ciencias y sientan las bases de nuevas teorías. Sus actividades prácticas tuvieron también una repercusión trascendental en las esferas de la medicina, la educación y el periodismo.
Combatiendo todas las manifestaciones del mal, denunciando la estupidez, mostró con su ejemplo la manera de mejorar y embellecer el mundo. Luchó especialmente por un mundo mejor y más hermoso para los niños. El objetivo primordial de su vida fue lograr la felicidad de los niños y asegurar su desarrollo pleno y sin trabas. Toda su vida adulta estuvo dedicada, de hecho, a lograr la felicidad de un número creciente de niños…

El programa pedagógico de Korczak se basa en la idea de que es necesario comprender a los niños y compenetrarse con su espítiru y psicología, aunque lo primero ha de ser repetarlos y amarlos, tratándolos como compañeros y amigos. Para decirlo con sus propios términos: “No es correcto decir que los niños llegarán a ser personas: son ya personas .... Son personas cuyas almas contienen la semilla de todas las ideas y emociones que poseemos. Hay que orientar con delicadeza el crecimiento de esas semillas”.
La idea de que los niños no difieren mucho de los adultos inspira gran parte de la actividad de Korczak. Para él, el niño debe ser tratado como un ser respetable, pensante y sensible al igual que los adultos. Afirmó que las principales diferencias entre los niños y los adultos se sitúan en la esfera emocial, por lo que correspondía estudiarla y adquirir la capacidad de participar en las experiencias infantiles.
El estudio de sus actividades y de sus escritos permite encontrar muchas otras ideas
esenciales de su programa pedagógico y que hoy conservan todavía toda su vigencia.
Aparte de las ideas ya mencionadas sobre la condición social del niño, cabe mencionar sus reflexiones sobre la necesidad de introducir nuevos métodos de enseñanza en la escuela.
Criticó la enseñanza tradicional, el divorcio entre los programas escolares y la vida, así como el formalismo excesivo de la relación entre maestros y alumnos. Abogó por que se crearan escuelas en las que los niños se sintieran a gusto, recibieran una enseñanza interesante y útil y donde se desarrollaran relaciones armoniosas entre maestros y niños. Subrayó la necesidad de crear un sistema global de educación mediante la cooperación de la escuela, la familia y las diversas instituciones sociales…

A su juicio, dar a los niños el máximo de libertad dentro de un orden necesario significaba “aportar por lo menos un rayo de luz a sus vidas tristes y oscuras”.(1)

Su “final”…
A inicios de la Segunda Guerra Mundial en 1939, Korczak se ofreció una vez más como voluntario del ejército polaco, pero no fue aceptado debido a su avanzada edad. Presenció la toma de Varsovia  por las fuerzas armadas alemanas, y fue obligado a trasladar el orfanatorió al Guetto de Varsovia creado por los nazis en 1940. Korczak se mudó con los niños.
El 5 de agosto (o 6 de agosto según otra fuentes) los soldados alemanes llegaron al Guetto para recoger a 192 huérfanos (algunas fuentes mencionan que fueron 196) y a una docena de empleados del orfelinato para llevarlos al campo de exterminio en Treblinka. A Korczak le fue ofrecido un puesto en el parte polaca de Varsovia pero lo rehusó repetidas veces pues decía que no podía abandonar a sus niños y que sólo aceptaría la oferta si se le permitía llevar consigo a sus niños. De este modo, el día señalado los niños vestidos con sus mejores ropas y cargando su juguete o libro favorito caminaban en procesión junto a Korczak hacia a punto de embarque, rumbo a los campos de la muerte . Joshua Perle, un testigo del hecho describió el evento:
"... había ocurrido un milagro, doscientos niños que no lloraban, doscientas almas puras condenadas a la muerte y no derramaban una lágrima. Ninguno trató de huir, ninguno trató de escapar. Tragando su dolor se aferraban a su maestro y mentor, a su padre y hermano, Janusz Korczak, que los protegería. Janusz Korczak marchaba con la frente en alto, sosteniendo la mano de uno de sus niños, no llevaba sombrero, tenía una correa de cuero alrededor de su cintura y calzaba botas altas. Los doscientos niños meticulosa y prolijamente vestidos seguían a las enfermeras hacia la muerte (...). Por todos lados, los niños estaba rodeados de alemanes y ucranianos, y en ese momento también por la policía judía que les lanzaban golpes con las macanas o garrotes y les disparaban con armas de fuego. Las misma piedras de la calle lloraban en silencio al ver la procesión."

Según una leyenda popular, cuando el grupo de niños finalmente llegó al punto de embarque, un oficial de la SS reconoció a Korczak como el autor de uno de los libros favoritos de sus hijos y le ofreció ayuda para escaparse, sin embargo nuevamente rechazó la oferta y abordó el tren con sus niños, tras lo cual nunca más se supo de él…”(2)

(1)     El texto que sigue se publicó originalmente en Perspectivas: revista trimestral de educación comparada (París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIV, nos  1-2, 1994, págs. 37-48.

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