sábado, 13 de agosto de 2016

El "Hilo de oro" . Kathleen Raine

" Desde la antigüedad , el hilo de oro es el símbolo del conocimiento que proviene de la experiencia personal , y que está libre de las restricciones institucionales . Es un hilo porque representa la continuidad de una experiencia siempre antigua y siempre nueva , . es delgada debido a que en cada generación esta toma de conciencia es mantenida por una minoría de individuos este cable es de oro , ya que es restos inmortales , incluso en los periodos más oscuros y caóticos , a veces más evidente , a veces más oculto " .


Kathleen Raine

MENSAJE DESDE CASA
¿Recuerdas, cuando fuiste niño,
que nada en el mundo te parecía extraño?
Percibías, por vez primera, formas ya familiares,
y viendo, te percatabas de que siempre habías conocido
el liquen en la roca, las hojas del helecho, la flor del tomillo,
como si los elementos se juntaran nuevamente en tu cuerpo,
atrapados en el torbellino momentáneo de tu vida
que todavía mantenía el conocimiento de un estado primigenio;
en ti recuerdo retenido de nube y océano,
la enramada del árbol, la lengua de fuego.
Ahora, cuando la oscuridad de la naturaleza se te hace extraña,
y vagas, forastero, por las calles de la ciudad,
recuerda que la tierra te acogió en su seno con el aire, con los rayos del sol,
te posó en sus aguas dormidas, a que compartieras el sueño
de la trucha entre las raíces de la milenrama,
de sustancia de estrella y océano te formó,
en el mismo origen que sol y follaje, pez y arroyo
te concibió.
De todas las criaturas uno sólo es el origen,
simple, singular como el amor; recuerda
la célula y la semilla de la vida, la esfera
que es, de niño, blanco pájaro, o breve libélula azul
del helecho verde, o de la dorada tormentila con sus cuatro pétalos
la postrer memoria.
Cada célula latente disemina un futuro,
despliega su inimitable complejidad
como un árbol hace brotar hojas, y urde un destino que teje
peciolo de helecho, plumaje de pájaro, escamas de pez.
El musgo expande su verdosa membrana sobre la turba empapada,
el germen de la libélula cobra ánima y levanta el vuelo
del mismo modo que el nenúfar del barro asciende sobre su tallo viscoso
para abrir un dulce, albo cáliz al cielo.
El hombre, con más largo trecho que recorrer de su simplicidad,
del arcaico musgo, pez y lirio se separa,
y en el exilio hace su largo camino.
Cuando dejes atrás Edén, recuerda tu casa,
porque trayendo a la memoria la esencia de tu ser
no estarás solo; los primeros en saludarte
serán esos niños que juegan a la orilla del arroyo,
las nutrias nadarán hasta ti en el remanso,
el ciervo salvaje correrá a tu lado por el páramo.
Adéntrate más en la espesura, y vendrán las aves,
los peces se alzan para verte en sus enjambres plateados,
y más oscuras, más extrañas, vidas más misteriosas
vendrán a ti en tropel al manantial
donde las raíces más profundas del árbol beben del abismo.
Nada en ese abismo te es extraño.
Duerme sobre la raíz del árbol, donde se urde la noche
para formar la materia del universo, escucha los vientos,
las mareas, las armonías de la noche, y sabe
todo lo que sabías antes de empezar a olvidar,
antes de que te convirtieras en un extraño de ti mismo,
antes de que te hubieras alejado demasiado de esos otros
niños del origen, que han permanecido en casa,
en pradera, isla y bosque, en mar y río.
La Tierra envía amor materno tras su hijo exiliado,
confiando su mensaje a la luz y al aire,
al viento y a las olas que llevan tu barco, a la lluvia que cae,
al pájaro que te convoca, y a todas las miríadas de peces
que nadan en las aguas natales de su océano.


 MESSAGE FROM HOME
Do you remember, when you were first a child,
Nothing in the world seemed strange to you?
You perceived, for the first time, shapes already familiar,
And seeing, you knew that you had always known
The lichen on the rock, fern-leaves, the flowers of thyme,
As if the elements newly met in your body,
Caught up into the momentary vortex of your living
Still kept the knowledge of a former state,
In you retained recollection of cloud and ocean,
The branching tree, the dancing flame.
Now when nature’s darkness seems strange to you,
And you walk, an alien, in the streets of cities,
Remember earth breathed you into her with the air,
with the sun’s rays,
Laid you in her waters asleep, to dream
With the brown trout among the milfoil roots,
From substance of star and ocean fashioned you,
At the same source conceived you
As sun and foliage, fish and stream.
Of all created things the source is one,
Simple, single as love; remember
The cell and the seed of life, the sphere
That is, of child, white bird, and small blue dragon-fly
Green fern, and the gold four-petalled tormentilla
The ultimate memory.
Each latent cell puts out a future,
Unfolds its differing complexity
As a tree puts forth leaves, and spins a fate
Fern-traced, bird-feathered, or fish-scaled.
Moss spreads its green film on the moist peat,
The germ of dragon-fly pulses into animation
and takes wing
As the water-lily from the mud ascends on its ropy stem
To open a sweet white calyx to the sky.
Man, with farther to travel from his simplicity,
From the archaic moss, fish, and lily parts,
And into exile travels his long way.
As you leave Eden behind you, remember your home,
For as you remember back into your own being
You will not be alone; the first to greet you
Will be those children playing by the burn,
The otters will swim up to you in the bay,
The wild deer on the moor will run beside you.
Recollect more deeply, and the birds will come,
Fish rise to meet you in their silver shoals,
And darker, stranger, more mysterious lives
Will throng about you at the source
Where the tree’s deepest roots drink from the abyss.
Nothing in that abyss is alien to you.
Sleep at the tree’s root, where the night is spun
Into the stuff of worlds, listen to the winds,
The tides, and the night’s harmonies, and know
All that you knew before you began to forget,
Before you became estranged from you own being,
Before you had too long parted from those other
More simple children, who have stayed at home
In meadow and island and forest, in sea and river.
Earth sends a mother’s love after her exiled son,
Entrusting her message to the light and the air,
The wind and waves that carry your ship, the rain that falls,
The birds that call to you, and all the shoals
That swim in the natal waters of her ocean.
(De The Year One (1952), p. 99)

lunes, 8 de agosto de 2016

La mujer en el mundo celta.



Una investigación que describe el modelo de mujer de la cultura celta realizada por nuestra colaboradora Viviana O'Connell, escritora y directora de la publicación The Shamrock y presidente de la subcomisión de cultura de la colectividad irlandesa de la ciudad de Rosario.


                     
Por Viviana E. O´Connell.


La mujer celta no existe. Esa es la primera conclusión a la que llegué después de buscar infructuosamente en varias bibliotecas material sobre ella (1). Con no poca frustración podía extraer un par de líneas después de leer varios volúmenes. Este silencio histórico no es casual, puede deberse en parte al género y en parte por tratarse de un pueblo vencido primero por los romanos y luego su último bastión -Irlanda- conquistado en forma pacífica por la fe Católica.
El modelo de la mujer celta enfrentaba al modelo grecorromano primero y al judeocristiano después. Nadie mejor que los romanos para decirnos lo que provocaba en ellos la mujer celta.
Tácito en su relato de la toma de Mon la menciona como "desgreñadas mujeres de negro ropaje, cual furias blandiendo antorchas".
Amiano Marcelino (330-395 d.c.) la describe, rápida en pasar de la discusión a la violencia física dice: "El cuello hinchado, los dientes rechinantes y blandiendo los enormes brazos cetrinos...,daba puñetazos a la par que patadas, como si fueran los proyectiles de una catapulta". En otras líneas hace referencia a su valor. "Una patrulla entera de extranjeros -dice- no podría resistir el ataque de un sólo galo, si este se hiciera acompañar y ayudar por su esposa. Estas mujeres son, generalmente, fortísimas, tienen los ojos azules, y cuando se encolerizan hacen rechinar los dientes, y moviendo los fuertes y blancos brazos comienzan a propinar formidables puñetazos, acompañados de terribles patadas".

Julio Cesar se refiere a ellas diciendo: "Una hembra celta iracunda es una fuerza peligrosa a la que hay que temer, ya que no es raro que luchen a la par de sus hombres, y a veces mejor que ellos"
Plutarco, en su tratado de virtudes femeninas, cuenta varias anécdotas sobre mujeres celtas. Una mujer celta de nombre Kinimara al informarle a su marido que había sido atropellada y violada por un extraño, le presentó al mismo tiempo la cabeza del ofensor.
Respecto a la permisividad sexual de la que habla Julio Cesar en "La guerra de las Galias" en la que menciona la costumbre británica de compartir una mujer entre varios hombres, Dión Casio (150-225 d. de C.) documenta una entrevista entre Julia Domna, esposa del emperador Severo (193-221 d. de C.) y una mujer caledonia. La patricia habla sobre la libertad con que las mujeres de su pueblo conceden lo que los celtas llamaban "la amistad de los muslos". A lo que la caledonia responde que los modos de su pueblo son superiores a los de los romanos puesto que en su pueblo todo se hacía de una manera directa y abierta. Ellas, las mujeres de su pueblo podían juntarse descaradamente con el más magnífico de los hombres mientras que las romanas, con el secreto que sus falsos valores que la respetabilidad imponía, tan sólo podían encontrar amantes entre aquellos a quienes no arredraba complacerse en alianzas furtivas.
La mujer en la vieja Irlanda- único lugar del mundo celta que nunca fue visitado por las legiones romanas, mantiene su independencia hasta el siglo XII, y a los fines prácticos unos tres siglos más- estaba casi en un plano de igualdad con el hombre. En particular las mujeres importantes que no sólo imponían esta igualdad, sino también en algunos casos su superioridad. La mujer permaneció emancipada y fue a menudo elegida por su profesión, rango y fama.
Las antiguas leyendas hablan de mujeres sabias, médicas, legisladoras, druidesas, poetisas, lo cual implica que en aquel tiempo no había nada inusual en que las mujeres ocuparan estas posiciones dentro de la sociedad. "The Brehon Laws" decían que el hombre tenía la jefatura en el matrimonio; pero no es el dueño de su mujer puesto que el matrimonio sólo es un contrato entre ellos. El Crith Gablach sentó un edicto discutiendo acerca de los privilegios de un hombre de clase noble "A su mujer pertenece el derecho de ser consultada sobre cada asunto" (2).
Tampoco eran excluidas del privilegio de la educación, existen numerosos registros de esto. San Mugint funda una escuela en Escocia en el siglo VII en la que estudiaban tanto muchachas como jóvenes. A la escuela de San Finian en Clonard, en el siglo VI asistían mujeres. En el año 932, los Anales de los Cuatro Maestros registran la muerte de Uallach, la hija de Muinnechan, "la más grande poetisa de Irlanda" (3).
También hubo gobernantas y esposas de gobernantes que hicieron sentir su peso en la historia, como también guerreras.
Antes del matrimonio la mujer era cortejada y conquistada como un ser superior, y en el ejercicio de sus privilegios podía desdeñar, mirar con enojo atenciones hasta de reyes y príncipes, eligiendo a quien quisiera. Luego del matrimonio ella no era propiedad de su marido, eran compañeros en una aventura matrimonial. La esposa permanecía como dueña exclusiva de sus propiedades, tampoco las propiedades habidas juntamente o poseídas por ambos podían ser vendidas o cedidas por el marido, sus derechos sobre los bienes comunes eran iguales y para disponer de ellos era necesario el voluntario consentimiento de ambos. La mujer casada podía proseguir con un caso legal, podía ser titular de derechos y demandar a sus deudores. Cuando se reclamaba sobre las cosas de un deudor, ella embargaba las cosas apropiadas para mujeres, artículos tales como husos, espejos, etc...
En la herencia de la tierra el varón era preferido, sin embargo la mujer tenía COIBCHE, porción matrimonial, más allá de su estado. La hija heredaba si no había hijos, pero en virtud de su posesión tenía que aprovisionar y pagar un guerrero cuando se pagaban tributos militares (4).
El COIBCHE, tinnscra o tochra de una mujer aunque usado a veces como dote, fue más propiamente el precio que el novio pagaba al padre de la novia o a la novia. Las viejas leyes decían que se pagaba en plazos anuales. Iba para el padre de la novia el total del primer año, dos tercios el segundo año, la mitad del tercer año y sí decrecientemente; para la esposa iba el resto. Había otro pago llamado TINOL, un regalo colectivo dado por los amigos a la pareja, del mismo el hombre tenía derecho a dos tercios, y la mujer a uno. En los casos de separación legal, se decretaba el derecho de la mujer de quedarse con toda su porción del matrimonio y los regalos de boda, más otra cantidad por daños.
Se sabe que la mujer podía ser extremadamente rica, en una cámara funeraria hallada en 1953 en Vix, cerca de Chantillon-sur-Seine en Borgoña, que contenía el cuerpo de una princesa secuana se hallaron objetos procedentes de lugares desde el Báltico hasta el Mediterráneo, brazaletes, collares de perlas, etc...
La riqueza iba unida a la autoridad, y si sucedía que la esposa era la más rica se la aceptaba como cabeza de familia y dominante. Tal es el caso de Cartimandua, reina de los brigantes, que demuestra esto por el trato que le diera a su marido, el guerrero Venutius, a quien rechazó para otorgar sus favores a uno de sus caballeros, Vellocatus.
También podían ostentar mando militar, un ejemplo de esto es el caso de Boadicea, o Boudicca -"Victoria"-, reina y capitana de los ícenos británicos. Ella fue quien rompió las filas de la IX legión romana con su cuádriga de ejes cortantes. Se sabe que este no es un caso aislado debido a la cantidad de armas y armaduras encontrados en los enterramientos de mujeres. Existieron mujeres guerreras en el mundo celta hasta que se dictaron leyes que lo prohibían en el año 697 por la influencia de San Adamnan, y posiblemente esta práctica haya continuado por dos siglos más luego de la sanción de las leyes.
Además de guerreras, podían ser instructoras de armas. El héroe del Ulster, Cuchulain, fue entrenado por la amazona Scáthach que vivía en la Tierra de Sombras y enseñaba a los héroes jóvenes que iban a verla grandes proezas. Dice la leyenda que cuando llego encontró a muchos hijos de los príncipes de Irlanda que habían ido allí a aprender el arte de la guerra.
Otro caso que nos brinda la mitología es el de la reina Medb -Medbh, o Maeve- Reina de Connaught, que tiene por esposo al rey Aillil, pero es ella quien detenta la soberanía (que por otra parte siempre es femenina, los nombres de Irlanda: Fotla, Banba, Eriu corresponden a tres diosas que son una, con las que deben casarse los tres reyes de los Tuatha dé Danann, raza mítica de Irlanda, para poder reinar). El número de sus amantes es incalculable puesto que ella prodiga "la amistad de los muslos" a todos los guerreros que desea obtener para su servicio. Su imagen es la de la prostituta divina que dispone de la soberanía a su antojo.

Se desprende de toda la saga mitológica un profundo recelo hacia la mujer, el temor está presente en muchas de las leyendas. En el caso de los relatos de viaje irlandeses en los que los hombres son tentados por maravillosas mujeres a viajar al país de los vivos, y tan grande es el poder de estas mujeres que la magia del druida no puede hacer nada contra esta atracción (ver relato de la aventura de Connle el Rojo). Cuando la "Dama del Lago" el hada Viviane sonsaca a Merlín sus conocimientos mágicos, él es incapaz de salvarse.
Las mujeres tenían el poder del geis sobre los hombres, el geis es una proscripción mágica impuesta generalmente a un héroe o un rey. La mujer puede imponer el geis, y está obligada a ello si entran en juego sus deseos sexuales. En una oportunidad Uathach, hija de Scáthach, va a la cama de Cuchulain y él la echa, ella responde imponiéndole un geis para que le permita quedarse. También es muy frecuente que sea la mujer quien obligue al hombre a quebrantar el geis.
En cuanto a las druidesas, muchos autores niegan su existencia debido a no haber sido mencionadas por algunos historiadores de la época como Julio Cesar, si bien hay que tener en cuenta que Julio Cesar nunca llegó a las islas, de donde parecen provenir los relatos acerca de sacerdotisas mujeres. En cambio Pomponius Mela hace un relato acerca de ellas de cuando acompañó a Adriano a las islas británicas "...había en la alta Caledonia mujeres sacerdotisas llamadas Bandruidh que, al igual que los druidas varones están divididas en tres categorías..." y sigue con un detallado relato acerca del lugar que ocupaban socialmente y las funciones que ejercían. Strabo de Pontus relata un sacrificio múltiple ejecutado por druidesas en el norte de Irlanda.
Es interesante tener en cuenta respecto a esto a las conhospitiae, mujeres administradoras de la comunión. Este hecho, diferencia particularmente a la iglesia celta que imprimió su propio sello como en todos los ordenes. En el sínodo celebrado en Whitby se decidió que prevalecería la usanza católica romana a la céltica y se modificó la fecha de la Semana Santa. Sin embargo la Iglesia escocesa mantiene su independencia hasta el siglo XI. El empleo de las conhospitiae, condenado por los católicos, continuó luego del sínodo, hecho que fue demostrado por las denuncias que hicieron los obispos de la provincia de Tours en el siglo VI en cartas escritas al clero bretón (5). Difícilmente se hubiera incurrido en esta práctica de no mediar un antecedente. En "la vieja vida de Brígida" se menciona que Santa Brígida fue consagrada como obispo "por equivocación". Dato que desaparece en las biografías posteriores.
Fue una característica propia de los celtas la de imprimir su sello, tenían la capacidad de convertir en algo individual y propio cada modelo recibido de las distintas culturas con las que entraron en contacto.
Es evidente que el tema es apto para una investigación más profunda, sólo se trató a través de este trabajo dar una visión general de aquellas mujeres tan diferentes de las mujeres del modelo grecorromano y que aunque poco reconocida también dejaron su herencia.

Bibliografía
"Scatagh, la Diosa Guerrera", ilustración de Arthur Rackam para el libro de James Stephens "Cuentos de Hadas Irlandesas" (obtenido del libro Los Celtas de Roberto Rosaspini Reynolds.
Fontodrona, Mariano. "Los celtas y sus mitos"
Barcelona, edit. Bruguera- 1978
Green, Miranda Jane. "Mitos Celtas"
Madrid, edic. Akal S.A. 1995
Jubainville, H. D'Arbois de. "El ciclo mitológico Irlandés y la mitología céltica"
España, Edicomunicación S.A. 1986
Mac Manus, Seumas. "The Story of the Irish Race"
New York, The Irish Publishing C.O. 1921
Markale, Jean. "Pequeño diccionario de Mitología céltica"
Barcelona, edit. Entente 1993
Marx, Jean "Las literaturas célticas"
Argentina, EUDEBA 1964
Rasaspini Reynolds, Roberto. "Los Celtas" magia, mitos, tradición.
Argentina, edic. Continente 1998

Rolleston, T. W. "Los Celtas" Mitos y leyendas.
España, M. E. editores S.L. 1995
Rutherford, Ward "El misterio de los druidas"
Barcelona, edit. Martínez Roca S.A. 1994
Thomas Cahill "De cómo los irlandeses salvaron la civilización"
Bogotá, editorial Norma S.A. , 1998
1 Nota de la Autora, referido específicamente a las bibliotecas de mi país, Argentina.
2 Seumas mac Manus. "The Story of the Irish Race" New York, The Irish publishing C.O. 1921
3 Seumas Mac Manus. "The Story of the Irish Race" New York, The Irish publishing C.O. 1921
4 Seumas Mac manus. "The Story of the Irish Race" New York, The Irish publishing C.O. 1921
5 Ward Rutherford. "El misterio de los druidas" Ediciones Martínez Roca S.A. 1994
           


Por Viviana E. O´Connell.