jueves, 21 de marzo de 2013

SOLARIS- LA COMUNICACION HUMANA - AMOR

“ Los supuestos problemas de comunicación del ser humano con inteligencias superiores o de otro planeta eran triviales especulaciones para él, en comparación con los problemas de comunicación del hombre con el hombre o consigo mismo. (http://www.blogdecine.com/criticas/andrei-tarkovski-solaris )

Entre las adaptaciones extranjeras de las obras de Stanisław Lem, las que adquirieron una mayor fama son aquellas basadas en su novela más celebre, Solaris, publicada en 1961 y considerada una de las mejores obras de la literatura de CF de todos los tiempos. En 1970, en la URSS se rodó la primera adaptación de Solaris. Era una película televisiva de dos partes dirigida por Nikolái Nirenburg. Dos años más tarde, Andréi Tarkovski, uno de los directores rusos más grandes, presentó su propia versión de Solaris.
La segunda adaptación importante de Solaris, esta vez norteamericana, fue rodada en 2002 por Steven Soderbergh y producida por James Cameron. Desde el principio Lem supo que la adaptación estadounidense no iba a seguir el camino de su novela, pues nuestro maestro sabía prever cosas más difíciles. En vez de un enfrentamiento entre los humanos y el poder inabarcable del océano pensante, a los espectadores se les ofrece una extraña historia de amor. Parece que Soderbergh quería combinar 2001: A Space Odyssey con El último tango en París. Una combinación un poco arriesgada, cuyo nivel intelectual es mucho más bajo que el de la obra maestra de Kubrick, de la que, más bien, copia  la elegancia de sus tomas y la lenta narración. Lem dedica dieciocho páginas de su novela a la descripción de las olas del océano, y lo que llena el libro es el ambiente místico del encuentro con lo desconocido, mientras que la historia de amor de Kelvin y su mujer Harey,  resucitada por el océano, es sólo un medio para presentar el problema principal. Sin embargo, lo que llamó la atención de Soderbergh fue precisamente el análisis de la historia de amor de Kelvin y Harey. La ciencia ficción le sirvió sólo como el decorado y la explicación para el origen de los fantasmas humanos. El cosmos pierde su magia; al director le interesa tan solo cuando aparecen en él los problemas terrestres. Soderbergh y Cameron eligieron una interpretación bastante extrema deSolaris, distante de la idea de Lem y disconforme con las expectativas del público, pero a su manera igual de fascinante. El océano apenas aparece en la pantalla, los protagonistas no le prestan mucha atención. En lugar de esto, encontramos numerosos flashbacks de la vida terrestre de Kelvin. Sin embargo, no quedan muy claros los cambios de nombre y de sexo de los protagonistas.
Analizando Solaris únicamente desde el punto de vista fílmico, a Soderbergh no se le puede negar la capacidad para crear un característico ambiente onírico, tan diferente del de los típicos espectáculos cósmicos norteamericanos. Su ritmo tranquilo no nos adormece como lo hace el de la película de Tarkovski; el lento deleitarse en cada toma, en cada diálogo y situación,  sirve para adentrar al espectador en el mundo de esta “love story” interplanetaria. La concepción visual y escenográfica es elegante y coherente (Soderbergh no solo fue el guionista y director de la película, sino también realizó la fotografía y el montaje que firmó con seudónimos). El último toque a la película se la confiere la impresionante música de Cliff Martínez, compuesta de susurros electrónicos. De acuerdo con las previsiones de Cameron la película fracasó en los cines, aunque enriquecerse con la obra de Lem no era el objetivo de sus autores. Steven Soderbergh rodó un emocionante drama sobre los sentimientos de una pareja  basándose en una novela escrita por un racionalista al que más que el corazón le interesaba el cerebro. A pesar de la incompatibilidad con la obra de Lem, la versión norteamericana de Solaris parece ser la adaptación más madura de las obras del maestro realizadas hasta la fecha.. El escritor se refirió a la obra de Soderbergh con unas palabras sorprendentemente positivas…”